Actuaba de forma contraria a la mía, y finalmente... ahogué mi mitad, la que decía mi verdad, de la que no puedo decir nada, pues no lo recuerdo. Simplemente, se desvaneció. A veces vuelve, pero al poco tiempo desaparece, y se va lejos de mí, fuera de mi alcance. Es... una estrella muy difícil de alcanzar. La distancia que nos separa es cada vez más grande.
Ahora el mundo conoce a una desconocida, y me es imposible despegarlo de mi cuerpo.
Pero un día, no intentaré alcanzarla sólo con mis manos. Y tampoco con el resto de mi cuerpo. Usaré algo distinto, que no tiene nombre. Será mi gran escalera, hecha de un equilibrio entre luz y oscuridad, entre alegría y tristeza, entre nerviosismo y tranquilidad... simplemente, la mitad, pero sin quedarme quieta en un punto, avanzando o retrocediendo de vez en cuando... pero como yo quiera, no como les guste a otras personas.
Porque, al fin y al cabo, sólo quiero ser yo. Nadie más, tan sólo yo. Puede que pasado el tiempo necesario, el disfraz se convierta en un simple velo que me ponga cuando lo necesite.