A veces queremos escondernos del mundo, e interponemos un antifaz entre el rostro de nuestro corazón y las demás criaturas. Yo lo usé demasiado tiempo, y se transformó en una oscura máscara, que cubría todas y cada una de mis expresiones. No me la quité. Me sentía feliz de mi coraza de la que me creía dueña, y que pensaba controlar. Pero... no se detuvo allí. Se convirtió en un disfraz, que me ocultaba aún más.
Actuaba de forma contraria a la mía, y finalmente... ahogué mi mitad, la que decía mi verdad, de la que no puedo decir nada, pues no lo recuerdo. Simplemente, se desvaneció. A veces vuelve, pero al poco tiempo desaparece, y se va lejos de mí, fuera de mi alcance. Es... una estrella muy difícil de alcanzar. La distancia que nos separa es cada vez más grande.
Ahora el mundo conoce a una desconocida, y me es imposible despegarlo de mi cuerpo.
Pero un día, no intentaré alcanzarla sólo con mis manos. Y tampoco con el resto de mi cuerpo. Usaré algo distinto, que no tiene nombre. Será mi gran escalera, hecha de un equilibrio entre luz y oscuridad, entre alegría y tristeza, entre nerviosismo y tranquilidad... simplemente, la mitad, pero sin quedarme quieta en un punto, avanzando o retrocediendo de vez en cuando... pero como yo quiera, no como les guste a otras personas.
Porque, al fin y al cabo, sólo quiero ser yo. Nadie más, tan sólo yo. Puede que pasado el tiempo necesario, el disfraz se convierta en un simple velo que me ponga cuando lo necesite.

Aventura Campestre

El viernes pasado fui de excursión con la escuela a un Parque Natural, protegido. Todo fue maravilloso hasta... la hora de comer. Los profesores nos permitieron ir por donde nos apeteciese, y, después de comer, unas amigas y yo nos internamos en el bosque, hartas ya de los gritos de nuestros/as compañeros/as. Andamos por una zona no muy frecuentada por los demás, y nos pusimos muy contentas hasta que... vimos los metales. Cada cinco metros, como máximo, había una lata, un muelle (grande, de más de dos metros) u objetos por el estilo. Y todo oxidadísimo. Encontramos unas madrigueras de ratones, y esta vez, en las latas estaban ensartadas piñas, para que los animalitos, al intentar cogerlas, se cortasen. Cogimos tantos objetos como pudimos, y nos los llevamos, pero llevábamos como mínimo un cuarto de hora de retraso, pues los profesores la habían fijado para volver a casa y poder coger el tren. Dos de nuestros compañeros, cuando nos vieron, tenían una mirada alarmante. Nos dieron nuestras mochilas, y, cuando volvimos al tren, uno de ellos se sentó con nosotras.
Resultó que habían encontrado nuestras mochilas en medio del bosque (nosotras las habíamos dejado donde todo el mundo, sobre una explanada de rocas), al lado de un conejo con la cabeza colgando, y un enorme muelle oxidado enroscado en el cuello. Espeluznante, pero aún no habéis oído lo que nos contó después. El chico había pasado de la orden de los profesores, y en vez de comer, había subido a unas ruinas. Allí encontró todo un matadero. Animales mutilados, moribundos, o muertos. Y trampas para osos. Vio que alguien arrastraba a un corzo muerto, y salió corriendo. Pasó por el bosque, y, cuando vio nuestras mochilas, avisó al otro, y se pusieron como locos a buscarnos.
Una horrible aventura, podríamos haber salido mal. Yo ahí no vuelvo ni loca.
Ciao.

Mi Rincón

Buenas. Aquí os presento mi nuevo blog, "Mi Rincón". El nombre es ése simplemente porque aquí escribiré lo que se me ocurre, lo que pienso, algunas historias, planes descabellados... vamos, cualquier cosa que se me pase por la cabeza, y, claro está, que sea legible.
Aunque algunas entradas parezcan estúpidas (ni yo misma me entiendo), seguramente os entretendréis... o al menos mataréis el tiempo. A quien no le guste el blog, por favor, que no se ponga a decir cosas como: "ésto es una tontería, borralo", sino que no lo lea, y se acabó el problema. A nadie le gustan las groserías... vamos, eso creo. Y quien empieze a escribir burlas, lo mismo le digo.
Mis gustos son muy rebuscados, muchos, y casi siempre contradictorios, lo sé, pero así se quedan, no puedo cambiar en ese aspecto. Por eso mismo, un día puedo estar hablando de lo que me gustan las chucherías y al siguiente de lo que detesto los refrescos... en resumen; en mi cabeza se bate cacao.

Ciao.

мυѕιc